Jerez de los Caballeros

El dolmen de Toriñuelo prueba que ya en la Prehistoria la zona estaba habitada. Ya en época romana acogía una población considerable. El paso de los romanos, así como de los fenicios y en menor medida de los árabes, han dejado su marca en la ciudad. Sin embargo, es tras la Reconquista y el establecimiento de la Orden del Temple cuando aumenta la población y la riqueza de la comarca. Tras la disolución de la Orden, que deja leyendas como la de la degollación de todos los caballeros (hecho que dio nombre a la Torre Sangrienta, uno de los baluartes de la ciudad) Jerez de los Caballeros pasa a manos de la corona y en 1370 Enrique II cede la ciudad la Orden de Santiago, que la mejora notablemente.

Las calles y callejuelas de Jerez de los Caballeros esconden monumentos religiosos, palacios señoriales y casonas típicas que hay que visitar. De los primeros son la iglesia de San Bartolomé, gótica del siglo XV,  y la de Santa María de la Encarnación, los templos más importantes de la localidad. Ésta última además es el más antiguo, pues se le atribuye un origen visigodo, según reza una inscripción tallada en una de sus columnas. También has de visitar la iglesia de San Miguel, construida a mediados del siglo XV y la de Santa Catalina (siglo XVIII), ubicada en el Barrio Bajo. A estos templos se suman otras construcciones, ermitas y conventos, que completan un amplio legado religioso.

Del legado de la Orden del Temple, que hizo de esta localidad una de sus capitales, destaca la muralla, que contó con seis puertas, de las que hoy sólo se conservan la Puerta de la Villa y la de Burgos. La Alcazaba y la ya mencionada iglesia de San Bartolomé también son obra de los templarios. Si quieres hacer un alto en el camino, puedes descansar en el parque de la Morería o en el de Santa Lucía, o visitar la fuente del Corcho. En cuanto a los palacios que salpican la ciudad, construidos por la nobleza jerezana a partir del siglo XIV, no dejes de visitar la Casa del Sol, el Palacio de Guzmán Sotomayor, el de los Marqueses de San Fernando, el de Rianzuela, el Solar de los Condes de la Berrona o las antiguas casas consistoriales en la Plaza de España.

Los parajes que rodean Jerez de los Caballeros merecen también un buen paseo. Si eres aficionado al campo te gustará esta tierra bañada por el río Ardila y por los pantanos de Brovales y Valuengo. Si te gusta observar aves, el camino que rodea a éste último es un lugar perfecto para ver tranquilamente ánades, garcetas y águilas pescadoras. Tras este tipo de actividades, te recomendamos reponer fuerzas disfrutando de los platos típicos jerezanos como la caldereta, los riquísimos embutidos y, de postre, los pestiños de miel. Seguro que repites.

Una buena idea será visitar Jerez en Semana Santa, pues la celebración de esta festividad aquí ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.